20 abril, 2016

La Pascua es también tiempo de ayuno

Es fácil reducir la alegría de la Pascua a una simple fiesta de gozo y olvidar el sentido principal que tiene el tiempo de Pascua y que hoy la liturgia nos recuerda con fuerza. La Pascua no es un tiempo para vivir una simple alegría de la Resurrección, sino un tiempo para caminar en la fe. La Pascua es tiempo para aprender a caminar en la fe del resucitado. No se trata de un simple gozo, sino de un tiempo litúrgico para prepararnos a caminar sin ver a Jesús. En la liturgia vemos como Jesús realiza breves y frecuentes apariciones y que va preparando a sus discípulos y apóstoles a caminar y evangelizar sin verle en carne y huesos ya que en breve ascenderá al cielo.

Estamos ahora en el ecuador de este tiempo pascual y la liturgia de hoy (Hch 12, 24-13, 5), miércoles de la cuarta semana de Pascua, nos presenta a unos apóstoles que estaban ayunando y orando, es decir, un día de retiro para rezar en comunidad. Era seguramente un domingo, pues estaban celebrando el culto del Señor. Esto no sólo nos devuelve a una primera Iglesia que ayunaba, sino que nos descubre el ayuno como un modo adecuado para que el Espíritu Santo se manifieste. Tras descubrir la misión de ir a Chipre, siguen ayunando y orando para seguir descubriendo la voluntad de Dios. Hoy parece difícil saber qué nos pide el Señor y algunos se quejan de dificultades para descubrir la verdad oculta en el día a día. Pero la liturgia de hoy, y en general en este tiempo pascual, nos recuerda la necesidad del ayuno para ir de la mano del Señor. La oración hecha en ayuno es un camino privilegiado para el discernimiento y la adquisición de la profundidad de la fuerza del Señor. Tenemos que poner todo de nuestra parte para descubrir cuál es la voluntad del Señor y cómo realizarla y no escatimar en recursos.

A veces es duro empezar a ayunar, pero son muchos que, al empezar, describen sus grandes beneficios espirituales y personales. No sólo nos ayuda a estar preparado y a discernir, sino que nos cambia el día a día, nuestra fuerza testimonial y evangelizadora, aumenta la acción del Espíritu Santo en nuestros actos.

La misma santa de hoy, Santa Inés, nos recuerda la importancia del ayuno. Santa Inés desde muy joven ayunaba casi todos los días, dormía en el duro suelo y tenía por almohada una piedra. ¿Hay que hacer lo mismo entonces? Pues no hay que hacerlo por mandato, de hecho nadie nos lo propone así, ni siquiera la Iglesia. No se trata de hacerlo porque es lo que pida Dios o porque sea nuestro deber, sino que es al amar profundamente a Dios, es el buscar ese corazón sincero y contrito que se une a la causa del amor, a la causa de salvar cuantos más hombres posible del pecado, lo que nos mueve, llenos de agradecimiento y necesidad, a la ofrenda de nosotros mismos, no sólo en el ofrecimiento de los problemas y dificultades de cada día, sino en poner a los pies de Dios nuestra necesidad más básica de alimentarnos, de gustar la comida variada, de los caprichos diarios, etc. para encontrarnos en un pedacito de esa cruz cara cara con el dolor de amor por los demás.

Desde AyunoXti os invitamos a uniros al ayuno a pan y agua de los miércoles y al rezo del rosario por las intenciones que nos llegan. Es un gran bien para cada uno, pero también un gran acto de caridad para con los hermanos. Es algo que enterneces el corazón de Dios y le muestra nuestro desarraigo a nuestras necesidades y comodidades.
Sólo es cuestión de empezar. ¡Ánimo!

Paz y bien.

---
Fuentes:


No hay comentarios:

Publicar un comentario