12 enero, 2016

Difúndelo y únete sin miedo


¡Feliz año 2016!


Este año será un año duro. Quien lea las noticias verá la creciente presencia de la indiferencia, la debilidad de la paz mundial, la gran confusión dentro y fuera de la Iglesia sobre moral, doctrina, fundamentos.

El subjetivismo e individualismo, el relativismo hedonista, la falta de tradición verdadera y vivida, el materialismo despersonalizante, el vacío existencial que lleva al sinsentido, la destrucción de la familia y el desprecio a la Eucaristía, son cada vez más predominantes y pronto veremos las consecuencias concretas (que ya estamos viendo) en cada persona de una forma creciente, agresiva y peligrosamente ahogante. Las enfermedades del cuerpo y del alma aumentarán en frecuencia y gravedad e irán entrelazadas con las espirituales. El demonio no puede atacar al alma, pero puede incidir sobre ella de muchas formas indirectas: con la cultura, la idolatría, promoviendo el egoísmo y el narcisismo, atacando al cuerpo y a los pensamientos, etc. Hasta que las voluntades, más o menos conscientes, se dobleguen a su único interés: alejarnos de Dios.

Todo esto es una espiral del mal que arrastra el hombre hacia abajo. Es preciso volver a mirar al cielo, redescubrir la alegría de la misericordia, la fuerza de la oración (especialmente en la adoración eucarística) y el poder del ayuno para sanar este mundo, sanar el corazón del hombre y ayudarle a volver la mirada a Dios.

Dios ayuda y mucho, especialmente en este año de misericordia, pero es preciso abrirle las puertas y querer su gracia.

Ayuno por ti pretende rezar por los que lo necesiten ardientemente, pero también quiere promover el ayuno como práctica sana, ascética y de oración comunitaria. Esa práctica que antaño la llevaban a raja tabla incluso los fariseos y que hoy casi es desconocida o reducida drásticamente a dos pobres días al año. El católico es el que menos practica el ayuno. Protestantes, budistas y judíos van mucho por delante que nosotros. ¿Por qué hemos perdido la práctica constante del ayuno si nosotros la aprendimos de nuestro Señor Jesucristo?

Citando a San Juan Pablo II “Jesús mismo nos ha mostrado con su ejemplo que la oración y el ayuno son las armas principales y más eficaces contra las fuerzas del mal y ha enseñado a sus discípulos que algunos demonios sólo se expulsan de este modo. Por tanto, tengamos la humildad y la valentía de orar y ayunar […]”[1]

El ayuno nos devuelve la mirada hacia lo importante, nos desapega de lo material, nos acerca a los demás y a la oración y sobre todo, nos permite clamar con más fuerzas las gracias de Dios. Por eso Jesús dijo que había una clase de demonios que sólo se podían expulsar con el ayuno y la oración[2].

No podemos quedar indiferentes al dolor y al sufrimiento de tanta gente que no sabe o no puede rezar. Empecemos por rezar profundamente nosotros y ayudémosles. No hay mejor regalo que enseñar a alguien a rezar a su Padre del cielo y enseñarle a ser hijo verdadero de un Dios que es Amor y  que tiene grabados nuestros nombres en la palma de su mano.

Que esta humilde iniciativa puede servir a muchos a respirar el amor de Dios y a sentirse arropados por una comunidad capaz de salir del individualismo y alcanzar a los demás desde el Corazón de Jesús y de María.

Ayúdanos a difundirla. Necesitamos peticiones, intenciones y oraciones, pero también queremos crecer y ser muchos ayunadores. Únete sin miedo, Dios te dará la gracia cuando empieces. No la esperes antes, o harás muy poco.

Que Dios os lo pague y os bendiga a todos.

AyunoXti








[1] S.S. San Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium Vitae, n. 100.
[2] "En cuanto a esta clase de demonios, no se les puede expulsar, sino por medio de la oración y el ayuno" (Mt 17, 21).

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