Gracias a todos por apoyaros en AyunoXti y hacernos llegar vuestras peticiones.
A muchas de vuestras peticiones hemos ido contestando unas palabras por diferentes razones. No hemos podido contestar a todos porque hemos recibido muchísimas peticiones y hemos tenido que discernir el modo más adecuado de atender todas las peticiones de la mejor forma posible. De atender las peticiones como siempre, una por cada miércoles, nos retrasaríamos dos años por lo menos en atenderlas, así que hemos pensado en reorganizar el criterio de aplicación de las peticiones.
Al ser un grupo de un centenar de ayunadores y al estar en continuo crecimiento ya podemos asumir varias peticiones a la vez. Tras evaluar cientos de peticiones hemos decidido fijar una intención general que será por el Papa y todos los sacerdotes, especialmente los obispos y los más necesitados, y la paz en el mundo, que está cada vez más en peligro y por la que muchos habéis pedido. Luego iremos agrupando las peticiones en función de categorías. Muchos habéis pedido la conversión de familiares, por problemas de salud, por matrimonios en peligro, por dependencias varias (drogas y alcohol sobre todo) y problemas de trabajo. Pues iremos rezando por las intenciones parecidas pero siempre teniendo presente vuestros casos particulares. Finalmente, si es preciso, destacaremos una que tenga alguna característica más urgente (aunque es una tarea muy delicada que esperamos hacer con la ayuda del Espíritu Santo).
Algunas peticiones para conseguir dinero, éxito empresarial u otras muy vagas que no dejan a entender qué se pide (como "sueños personales", una "gran ilusión", etc.), no podemos atenderlas porque sin ser malas en sí, no suelen ser caminos que Dios suela proponer. Más bien el Señor suele invitarnos a caminar en el desprendimiento de nosotros mismos, del éxito en este mundo, de las riquezas materiales, de los apoyos de este mundo (desde la ciencia y la tecnología, a ideologías varias como la ideología de género) y nos invita a vivir una pobreza que es necesaria para descubrirlo en lo sencillo, lo invisible y cotidiano de cada día, en las relaciones personales cercanas (hijos, vecinos, esposos, etc.) en su Iglesia. El Señor nos pide tener la mirada puesta en el cielo, en lo espiritual, en el abandono a su amor, entregándole nuestras preocupaciones y miedos. Para Él nada es imposible, pero quiere que se lo pidamos con fe, que mantengamos sólo en Él nuestra esperanza y que perseveremos en esperarlo todo de Él, aunque no pueda atender nuestras peticiones como nosotros queremos. El peligro, en definitiva, es pedirle a Dios que encaje en nuestros planes y expectativas y no abandonarnos nosotros a sus planes. ¿Pero no sabe más Él que nosotros? ¿No nos ha demostrado ya con abundancia su amor y preocupación por nosotros?
Que nuestras peticiones sean por lo tanto signo de nuestra fe en el amor de Dios y un modo de alcanzar su corazón desde la súplica filial, pero sobre todo para aprender a entrar en el misterio del sufrimiento por amor. Todos los ayunadores nos unimos en este ofrecimiento personal por las intenciones de cada uno de vosotros para que sepáis que no estáis solos. La Iglesia está con nosotros y en ella estamos con Cristo. Somos Iglesia. Esta vida pasa rápidamente y no sabemos cuánto tiempo tenemos. No se trata de tener salud y vivir más o mejor, ni de evitar el dolor o la incomodidad, sino de trabajar en el amor para vivir y morir santamente, porque estamos hechos para el cielo.
Algunos nos habéis mandado peticiones de gran envergadura. Son los casos que hemos tratado de contestar ya personalmente, pero nos parece bien resumir unas indicaciones útiles para todos.
Ni es prescindible en esos casos el ayuno, ni se puede contemplar el ayuno como única solución (menos que menos el de un sólo miércoles). Para favorecer al máximo que Dios nos escuche y el éxito de nuestro ofrecimiento es imprescindible tratar de llevar una vida los más santa posible. ¿Qué significa esto? Lo más importante lo podemos resumir en:
- Vivir con sinceridad, respeto y devoción los sacramentos, especialmente la eucaristía (lo más frecuente posible) y la confesión;
- Rezar el rosario todos los días (aunque esto implique renunciar a deporte, ocio, TV, o comodidades varias);
- Rezar de corazón varias veces al día al Señor tratando de tener un diálogo continuo con él, que está vivo y atento a lo que le decimos;
- Buscar un director espiritual que sea de oración y nos pueda ayudar en el discernimiento;
- Abandonar el deseo de encajar en el mundo, en su deseo de éxito material y reconocimiento, abrazando una vida sencilla y humilde;
- Poner al centro de nuestro día al Señor confiando en Él, no en nuestro planes, es decir, buscar su voluntad en todo momento;
Pero también es importante buscar la pureza (en el cuerpo, la mirada y en el lenguaje), vivir en la verdad rechazando TODA mentira, no criticar ni murmurear o cotillear (aunque creamos tener razón), hacer un ofrecimiento a Dios por la mañana y rezarle antes de comer, dormir, bendecir y nunca maldecir, pero sobre todo acordarse de la Virgen María como una madre que siempre nos cuida y por la que podremos recibir todas las gracias de Dios. A ella nos encomendamos y le pedimos auxilio en nuestra comunidad de oración y ayuno.
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