14 abril, 2017

Meditación espiritual sobre el viernes Santo

Hoy empezamos propiamente la celebración de "la Pascua", de "el Paso" o tránsito de Jesús, a través de la muerte a la "Vida Nueva", a la Gloria.

No celebramos sólo la muerte. Celebramos el paso del Señor al Padre, que es al mismo tiempo muerte y resurrección, humillación y exaltación, aparente derrota y victoria definitiva.

Ambos aspectos los celebramos como una gran unidad: la memoria de la muerte está ya impregnada de esperanza y de victoria. La gran Vigilia de la noche de Pascua, al anochecer del Sábado Santo, "la Noche entre todas las noches" recordará no sólo la resurrección sino todo el dinamismo del paso de la muerte a la vida: "Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado", proclamará el prefacio de Pascua.

Y con Él, que nos abre el camino, también nuestro paso de este mundo al Padre. Jesús nos abre el camino, y como Buen Pastor nos toma sobre Él y nos arrastra hacia el Padre, arrancándonos del poder del pecado y de sus consecuencias en nosotros y elevándonos con Él al Padre.

Según una tradición muy antigua en la Iglesia, ni hoy ni mañana se celebra la Santa Eucaristía (aunque actualmente podemos recibir hoy la Sagrada Comunión). En su lugar, esta tarde, hacia la hora que murió el Señor, tiene lugar la celebración de La Pasión del Señor. Lo que domina la liturgia de hoy es "la Cruz", signo de sufrimiento y de humillación pero también de amor, de victoria definitiva y de salvación. Cristo Jesús, como Sumo Sacerdote y en nombre de toda la humanidad, se ha entregado voluntariamente a la muerte para salvar a todos.

Hoy y mañana están marcados por la "austeridad" y el "ayuno". Pero no ya como signo penitencial (la Cuaresma terminó el Jueves Santo), sino como participación en el Tránsito Pascual de Cristo. Ayunamos hoy, Viernes Santo, pero la Iglesia recomienda prolongar este ayuno hasta la comunión eucarística de la Vigilia Pascual. Este ayuno es signo de que la comunidad cristiana sigue la marcha de su Señor, lo acompaña tras Él, a través de la muerte. Es un ayuno "lleno de esperanza" que desembocará en el inmenso gozo pascual de la Resurrección. La práctica antigua del ayuno consiste normalmente en consumir una sola comida al día para dedicarse a la escucha de la Palabra de Dios y a la oración comunitaria

Un aspecto de este ayuno es la ausencia de celebraciones sacramentales en estos dos días. La comunidad ora, celebra la Pasión y la Cruz del Señor, se reúne para la alabanza de la Liturgia de las Horas,  para la meditación, como es el caso del Vía Crucis,  pero no celebra los sacramentos (excepto la confesión y la unción de enfermos si es necesario). La Iglesia "ayuna" obedeciendo a su Señor que nos dijo: "llegará un día en que se lleven al novio, entonces ayunarán". Esta austeridad se manifiesta también en el carácter sobrio de las celebraciones. No hay flores, ni incienso, ni música, el altar está despojado, el sagrario abierto y vacío.

Mañana en la Solemne Vigilia de Pascua, volverán las flores, las luces, las campanas, la música... y en proporción mayor a ninguna otra fiesta. ¡Y la fiesta durará 50 días!

El color litúrgico de este día es el rojo. Si lo es para los mártires, ¡cuánto más habrá de serlo para el Rey de los mártires

Desde la celebración de la muerte del Señor, por la tarde, ya no hay adoración de los fieles al Santísimo. El Señor no está, ha muerto.

Permaneceremos unidos en oración, junto a la Madre Dolorosa, a quien en este día hemos sido entregados, por su Hijo, a ella como hijos y ella a nosotros como Madre acogiendo conmovidos el don de nuestra Redención y esperando  la resurrección del Señor.

Unidos en adoración silenciosa y agradecida ante la Cruz: AC

Padre AC de AyunoXti
www.ayunoporti.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario