15 febrero, 2016

La Cuaresma vivida como lo pide la Virgen de Medjugorje


Veneración a la Santa Cruz en Medjugorje el 22 de agosto de 2014 - 2
Hoy, Miércoles de Ceniza, hemos comenzado el camino cuaresmal. Camino penitencial de preparación a la Pascua del Señor, que nos recuerda que la conversión significa una lucha espiritual. En la oración colecta del día pedimos a Dios que nos fortalezca al empezar la Cuaresma, para que mantengamos el espíritu de conversión, y hacemos mención a la austeridad penitencial de estos cuarenta días que nos ayuda en el combate contra las fuerzas del mal.

Esas fuerzas del mal, que las distinguimos como los enemigos que llevan a la perdición del alma, son la carne, el mundo y Satanás. Las armas que debemos esgrimir en el combate son los tres pilares que sostienen a la piedad cristiana: la oración, el ayuno y las obras de la caridad. Para ello el Señor quiso mostrarnos el camino, cuando voluntariamente decidió pasar aquellos cuarenta días en el desierto, donde fue tentado por Satanás, en oración y ayuno preparándose para la mayor obra de amor en la historia del hombre.
Nuestra Madre, desde el mismo comienzo de las apariciones, nos insiste en la necesidad imperiosa que tenemos de orar y de ayunar. El amor y sus obras es la otra constante de sus mensajes. Constituyen el núcleo del mismo corazón de Medjugorje.
El ayuno es renuncia, es despojarse de aquello que no nos sea totalmente esencial. El ayuno es mortificar las apetencias. Cuando yo renuncio a lo que me gusta me estoy preparando para la lucha contra la tentación de las cosas del mundo que no hacen bien a mi espíritu y que me distrae, me saca fuera de lo verdaderamente importante para mi salvación y la salvación de otros. Por eso, ayunar implica vaciarse de uno mismo, y a través del ayuno refuerzo mi voluntad a la renuncia. El Señor ayunó los cuarenta días para enseñarnos que ese es un camino espiritual privilegiado y una poderosa arma contra Satanás. Satanás ofrece tentando, seduciendo y la voluntad debe estar fortalecida para rechazarlo. Aprender a ayunar es aprender a privarse de lo superfluo y efímero.
Gospa Maika
El ayuno solo no basta. Junto al ayuno está la oración. Oración y ayuno van juntos y son complementarios. Cuando ayunamos nuestra oración es más profunda, más concentrada. Cuando oramos nuestro ayuno es más llevadero. Si con el ayuno nos sobreponemos a las apetencias de la carne y del mundo, con la oración provocamos y alimentamos el hambre y la sed de Dios. Por medio de la oración nos saciamos de Dios.

La obra de caridad cierra el triángulo porque sin amor que se exprese en obras todo es inútil. No olvidemos nunca que la mayor obra de amor es dar de sí para que otros se salven, es la obra de salvación y esa es totalmente obra de amor.
En el fondo lo que Dios nos pide es el corazón. Por eso la insistencia de la Santísima Virgen de la oración del corazón. Y también el ayuno del corazón. No ayunos por razones estéticas, no ayunos terapéuticos sino ayunos penitenciales para ofrecerlos a Dios y para fortalecer nuestra voluntad.
Como nos muestra el Señor en la lectura del Evangelio de san Mateo, de este Miércoles de Ceniza, hay oraciones, ayunos y limosnas que son farsas, medios de los que se sirve el egoísmo, la vanidad, para mostrarse hipócritamente piadosos y dadivosos ante los hombres. Si no hay amor, si no ponemos el corazón y no dirigimos nuestra acción a Dios y al otro en lo secreto, lo que hagamos será mera caricatura de la verdad.
Oración del corazón, ayuno del corazón y dar siempre desde el corazón. Tal la consigna para esta Cuaresma y siempre.
P. Justo Antonio Lofeudo

12 febrero, 2016

Ayunar es querer la perfección de Dios en nosotros

Ayuno significa entrar en el desierto, lejos de la superficialidad y del ruido, para carearse con un lugar de muerte y morir a nosotros mismos, nuestra vanidad y nuestro amor propio. Ayunar significa mirar al Padre de la mano del Hijo, uniéndonos a su pobreza, su dolor y su hambre. Entrar en el desierto es necesario para empezar una gran obra. Cristo empezó su vida pública después de 40 días de ayuno, nuestra obra es seguirle y ser santos en Él. ¿A caso podemos seguirle, tomar el mismo camino y nuestra pobre cruz sin entrar en el desierto con Él? Ayunar es querer la perfección de Dios en nosotros para que nuestras obras de misericordia sean también obras de auténtica entrega a Dios, limpias todo lo posible de nuestro orgullo y nuestra vanidad.

En el desierto Jesús es tentado a pensar que no era el Salvador. En el ayuno nosotros también estamos llamados a descubrir nuestra identidad, nuestra vocación. Hay demonios que trabajan día y noche para que no logremos ese silencio y ese caminar con Cristo, hacia Él. Si no ayunamos, no conseguimos librarnos de muchos de los demonios de nuestro tiempo, que silenciosos trabajan para que nos creamos la mentira que intentó colar a Jesús: «Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes» (Mt 4,3).


El demonio nos hace pensar de muchas formas posibles (a cada uno la suya) que no lograremos hacerlo. Cuando se siente reconocido, ya no puede actuar en silencio, ataca fomentando la desesperanza y, como no la toleramos bien, caemos en la tentación de defendernos con la justificación. Así el demonio merma nuestro encuentro con Dios en lo profundo de nosotros. Le interesa porque sabe que quien le ama en la privación, la penitencia, la austeridad y la pobreza, llevará más claramente a Cristo en sus obras de misericordia. Su hablar será bueno, santo, puro, delicado. Su actuar será ejemplar, caritativo y comedido. Su pensamiento humilde, sencillo y compasivo. Vivirá en oración todo lo que haga y donde vaya; será pues otro Cristo para los demás. Sólo así el Espíritu del Señor estará en nosotros y en nosotros permanecerá, revelando al corazón los secretos del amor.


Así pues, no tengáis miedo a empezar a ayunar, dejad de pensar lo que podéis hacer o lograr, pues es Dios quien lo logra con nuestro pobre sí, porque todo es gracia. Seamos dóciles a la obra del Señor y dejémonos moldear en sus manos sin resistencias ni justificaciones. Simplemente di que sí cada día a lo que te lleva al Señor, dejando de lado lo que no lo hace, pero también lo que lo hace menos. No te conformes con lo que no es malo, más bien preocúpate de encontrarte no sólo con lo bueno, sino con lo mejor (la mejor parte de María más que la de Marta). Este es el secreto de los santos, y si se aplicara a los matrimonios, ¡qué felicidad gozarían las familias!, qué testimonio ardiente darían todas, qué milagros veríamos en la Iglesia doméstica.

Entra en el desierto, camina con nosotros, vive sólo de Cristo sin moderación, sin temor, sin resistencia.

Paz y bien.

AyunoXti

01 febrero, 2016

La Reina de la Paz nos invita al ayuno

Les ofrecemos uno de los mensajes en que la Reina de la Paz nos invita al ayuno y nos ayuda a profundizar en su significado:

Mensaje del 2 de abril de 2014 en Medjugorje:

"Queridos hijos, con amor materno deseo ayudarlos para que su vida de oración y penitencia sea un verdadero intento de acercamiento a mi Hijo y a Su luz divina, para que sepan como separarse del pecado. Cada oración, cada Misa y cada ayuno son un intento de acercamiento a mi Hijo, una remembranza de Su gloria y un refugio del pecado; son el camino hacia una nueva unión del buen Padre con sus hijos. Por lo tanto, queridos hijos míos, con los corazones colmados de amor, invoquen el nombre del Padre Celestial para que los ilumine con el Espíritu Santo. Por medio del Espíritu Santo, se convertirán en fuente del amor de Dios. De esa fuente beberán todos aquellos que no conocen a mi Hijo, todos los sedientos del amor y de la paz de mi Hijo. ¡Les agradezco! Oren por sus pastores. Yo oro por ellos y deseo que ellos sientan siempre la bendición de mis manos maternas y el apoyo de mi Corazón materno.” (2 de abril de 2014)

Que la Reina de la Paz los bendiga a todos con su bendición maternal.

Fuente: http://rosasparalagospa.com/2015/09/29/el-ayuno-nos-ayuda-a-acercarnos-a-dios/