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21 febrero, 2023

Cuaresma 2023

Mañana es miércoles de cenizas y empieza uno de los momentos más importantes de preparación para la Iglesia. En unas semanas volveremos a sumergirnos en el dolor de la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y en su Resurrección gloriosa. Para llegar preparados, la Iglesia nos invita en estas próximas semanas a un tiempo cuaresmal en el que debemos tratar de esforzarnos más de lo ordinario en hacer sacrificios agradables a Dios, sobre todo rezar más y con más autenticidad, poniendo más corazón en lo que hacemos, aumentando los actos de caridad y, sobre todo, de mortificación. Porque el que no muere a sí mismo, no da fruto (Jn 12, 24-26). Seamos pues generosos en las obras que marcarán este tiempo cuaresmal, con oración, ayunos y limosnas. Actos de amor secretos que sólo Dios conozca, pero sobre todo que no sean una formalidad o un cumplir, sino expresión de un deseo de crecer en el amor a Dios, para que él venga a nuestra vida, la renueve y la transforme con su presencia.

Mañana, miércoles de cenizas, será un día en el que cualquiera podrá dejarse marcar por esta intención de mejorar en el amor a Dios y al prójimo. El significado de las cenizas es él de recordarnos que somos pecadores y que al ofender a Dios, necesitamos de su perdón, que es un amor y una gracia totalmente inmerecida que Él nos acerca gratuitamente, pero que no ha sido gratis, pues la pagó con su sangre divina. También nos permite manifestar ante los demás nuestro arrepentimiento, pedir a la Iglesia que interceda por nosotros y por nuestra conversión. Nos ayuda a comprometernos públicamente al cambio, frente a los demás y frente a nosotros mismos, y debe de ser un signo de nuestra disposición a recibir el perdón de Dios.

Es un día de ayuno y abstinencia y que, al igual que el Viernes Santo, a partir de los 14 años (y hasta los 59 años) el cristiano debe abstenerse de comer carne (eso incluye también jugos en los que se haya cocido la carne) y practicar ayuno (una sola comida fuerte al día y las otras dos muy frugales). Es importante recordar que la Iglesia nos invita a que todos los viernes del año sean días especialmente dedicados a la oración, la penitencia y la meditación. Y que, si bien las Conferencias Episcopales de cada país pueden determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad, en tiempo de Cuaresma no se puede dispensar de la abstinencia ni del ayuno el miércoles de ceniza y el Viernes Santo, ni de la abstinencia de los viernes de Cuaresma (Cfr. CDC 1249-1253).

Sin embargo, aunque la Iglesia dictamine este ayuno para la Cuaresma, desde AyunoXti vivimos ayunos semanales incluso más estrictos, siguiendo el insistente mensaje de la Virgen desde hace más de 200 años de practicar más ayuno y penitencia. Por este motivo os invitamos a intensificar nuestro ofrecimiento cada uno en la medida que pueda y considere oportuno, consultándolo con el director espiritual si es preciso. Que se vea en el cielo, que amamos a Dios y a María y que suplicamos con fuerza su intervención divina para nuestra conversión y la de todos los que viven lejos del amor de Dios, así como reparar el mal que genera un mundo cada vez más enfrentado a Dios.

Así que, al margen del ayuno a pan y agua de los miércoles, tratemos de añadir alguno más, como una renuncia a algún alimento, a algo innecesario (café, cigarrillos, caramelos, chocolate, donuts, el azúcar o la sal, etc.) o que no es propiamente bueno (uso de redes sociales, tiempo en lecturas superficiales, criticas a los demás, exceso de ocio, etc.).

Finalmente, recordar que uno de los motivos por los que se empieza la cuaresma un miércoles es porque, para cumplir con los 40 días de Cuaresma, es preciso sustituir los 4 días de los 4 domingos, a los que no se les puede aplicar la mortificación de la Cuaresma por ser días del Señor dedicados a la gloria y la alegría, por lo que, en lugar de empezar un domingo, se empieza un miércoles, añadiendo los 4 días del miércoles de cenizas hasta el sábado.

Que en esta Cuaresma 2023 seamos generosos y estemos motivados a crecer espiritualmente partiendo de la muerte a nosotros mismos con sacrificios destinados a atraer la gracia de Dios en nosotros y darnos vida espiritual.



27 febrero, 2020

Cuaresma, camino privilegiado de ascesis cristiana


Con el reciente miércoles de cenizas de este año 2020 hemos empezado una nueva Cuaresma, y casi todos sabemos, o deberíamos saber, que es un tiempo de 40 días en los que nos preparamos para vivir bien la Semana Santa y contemplar con el mayor agradecimiento la Pasión de Jesucristo. Es un camino de preparación en el que los viernes estamos llamados a la abstinencia de la carne y a vivir un día de recogimiento y oración. Propiamente la Iglesia nos propone un ayuno el miércoles de cenizas y otro en el viernes Santo. El gran riesgo es pensar que cumplir con el ayuno del miércoles de cenizas y el viernes santo, así como la abstinencia de los viernes, es suficiente o que incluso sea para nota. Técnicamente es cierto, pero la Iglesia no reduce a esa práctica penitencial, sino que parte de ella como un mínimo.

El ayuno es indispensable para la ascesis personal que es ese esfuerzo humano que ponemos para responder a la gracia de Dios y es el medio por el cual el hombre purifica su vida para que en ella se desarrolle en plenitud la vida divina. Este esfuerzo es dirigido por el Espíritu Santo, quien pretende orientarnos a Dios eliminando todo lo que estorba para esa santidad que ya está contenida en el cristiano desde su bautismo.

Por la ascesis fortalecemos nuestro caminar con Jesús y con su mismo espíritu, algo que se concreta de forma esencial en la penitencia. Como dice el Catecismo: "Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia" (n. 1435).

San Juan Pablo II, en Reconciliación y Penitencia, describe la penitencia como aquello que ayuda a que el Evangelio pase de la mente al corazón y del corazón a la vida, es decir, la penitencia permite vivir realmente el Evangelio y a despojarse del hombre viejo, para revestirse del nuevo (Ef 4, 23).

El ayuno y la penitencia actúan como una fuerza reguladora sobre nuestras pasiones y deseos, los cuales, dejados en libertad, pueden llegar a destruirnos por completo. Tanto el ayuno como la penitencia suponen una renuncia, por lo que será imposible sin la ayuda de la cruz y del Espíritu Santo. No se trata de un estoicismo que destruye o maltrata el cuerpo, sino de una herramienta espiritual que regula y reordena nuestra interioridad, volviendo nuestra mirada a la misericordia de Dios, quien nos ama a pesar de nuestras miserias. Porque lo que somos, lo somos por su amor.

El ayuno nos devuelve la autoridad sobre nuestros deseos, enseñándonos a renunciar lo que es muy atractivo, virtud necesaria para resistir a las presiones consumistas del este mundo. Nos enseña a obrar por la voluntad desde el amor a Dios y no desde la vida fácil de los apetitos.

El ayuno, desde la vida espiritual, nos ayuda en dos áreas de nuestra vida. Por un lado, es la forma como la voluntad se entrena con la renuncia a cosas buenas, para en su momento poder rechazar las malas. Por otro lado, ejerce una acción misteriosa, que permite al alma abrirse de una manera particular a la gracia y a la presencia de Dios.

El ayuno a pan y agua, acompañado de una oración constante durante el día de ayuno, nos abre de una manera misteriosa a la presencia de Dios, como si el hambre corporal se fuera convirtiendo en hambre de Dios.

Pero atención: sin oración el ayuno corre el riesgo de convertirse en una dieta estéril para nuestra vida espiritual. Por eso es de especial importancia bendecir el día por la mañana, procurar comulgar y rezar el rosario durante el día, dar gracias en las comidas acordándonos de las intenciones por las que ayunamos, pararse con el ángelus de un modo especial, tratar de recordar una jaculatoria o una frase leída en el Evangelio, acordarnos de la hora de la misericordia (las 15:00h) y pararnos, aunque sea por un minuto, en la contemplación del momento de la Cruz de nuestro Señor, bendecir a los hijos antes de acostarnos, leerles el Evangelio y rezar con ellos. La oración es el carburante del ayuno y lo que permite que el ayuno despierte en nosotros esa alegría y esa paz que se sobrepone al malestar causado por el sacrificio, el hambre, la renuncia, etc.

A veces un pequeño esfuerzo de nuestra parte corresponde a una gracia inmensa de Dios, y viceversa, un gran esfuerzo humano puede concluir en pocos resultados espirituales. Dios sabe cómo, y en qué momento darnos las gracias. De lo que sí podemos estar seguros, es que al iniciarnos en el ayuno nos abriremos a la santidad y nuestra vida cambiará RADICALMENTE, mientras que al mantenernos en los límites de la comodidad o del cumplimiento mínimo, estancamos nuestra ascesis e incluso podemos promover un decaimiento espiritual. Por eso la Virgen María pide en todas sus apariciones y mensajes una vida (no unos días) de ofrecimiento, con sacrificios por amor, con ayuno y el rezo diario del rosario.

El ayuno es el camino a la perfección cristiana. Que esta Cuaresma sea una ocasión de iniciarnos al ayuno que eleva el alma y busca la perfección en el amor por la gratitud que experimentamos al sabernos amados por un Dios que todo nos lo ha dado, y nos los sigue dando, sin pedir nada a cambio. Seguimos en un tiempo de misericordia, aprovechémoslo.

Paz y bien.

AyunoXti


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12 febrero, 2018

Queridos ayunadores y amigos de AyunoXti,

Este miércoles 14 de febrero empezaremos el tiempo de preparación a la Pascua, el momento más sublime de la liturgia y hacia donde todo apunta desde el principio. Es un tiempo de purificación y de renovación en el que debemos tratar de concentrar nuestros esfuerzos de forma especial, que no única, en acercarnos más a Dios. La alegría, el gozo, el júbilo, los placeres y bellezas de la vida son un modo, pero nunca serán tan sublimes como el sufrimiento y el sacrificio cuando son vividos por amor. Porque amar en lo fácil y agradable es menos exigente y muestra menos firmeza y profundidad que un amor que se manifiesta en el dolor.

Es por este motivo que el ayuno, la cruz, el dolor, la limosna y en general todo acto penitencial, adquieren un valor único que por su fuerza, sana, libera, restaura y convierte. El amor que brota incluso en el dolor es una fuente de gracia cuyo alcance nunca entenderemos, pero que Cristo mostró como el camino más contundente para nuestra salvación, pues lo eligió por nosotros.

Este miércoles empieza un camino cuyo valor debemos de rescatar con urgencia. A mayores males mayores entregas. Tanto mal que nos rodea y nos amenaza de tantas formas necesita de corazones capaces entregarse más allá de los mínimos que propone la Iglesia y que en muchas ocasiones son simplificados y reducidos por cada cual.

Este miércoles no es un día para festejar San Valentín ni un día para disfrutar de cenas románticas y regalos, sino para mostrarle a Dios que realmente él es el centro de nuestra vida, siendo la primera opción cuando se interpone otra razón. Para el cristiano, cada día es un día para festejar el amor.

Os invitamos a ser generosos en este tiempo, para ensanchar el corazón con renuncias y entregas. La Iglesia católica sólo pide dos días de ayuno al año (miércoles de cenizas y el viernes santo) en los que sólo "exige" a los mayores de edad que renuncien a una comida del día y a todos los mayores de 16 la abstinencia a la carne. Nosotros, desde AyunoXti, no nos conformaremos dando a Dios las sobras de nuestros esfuerzo y los mínimos que apenas rozan el cumplimiento canónico, sino que seguiremos con los ayunos a pan y agua los miércoles y, además, os invitamos a quienes podáis a doblar los esfuerzos, por ejemplo a introducir también el viernes o, para quienes no ayunen todo el miércoles, a ayunar, ese día, una comida más a pan y agua. Del mismo modo que en los tiempos de Pascua reducimos el ayuno para unirnos al júbilo de la Iglesia, ahora es momento de hincar la rodilla al suelo y hacer una penitencia que interceda por tantas necesidades que tiene la humanidad.

Este tiempo de ayuno, limosna y penitencia puede verse concretado con el ayuno a pan y agua, el rosario y la misa diaria, la confesión frecuente y con mortificaciones personales como renunciar a la crítica, al lenguaje sucio o vulgar, pero también a la ironía y a la murmuración. Sin embargo, apostar por una forma de ayuno, no implica tener que dejar otras. El propósito de la Cuaresma es el mayor esfuerzo posible de uno mismo, no el mínimo. Pensemos que es amor a Dios que retorna en gracia y bendiciones.

Al que le cueste, que pida la gracia a Dios de ver con humildad lo que realmente somos. Ese es el sentido de la ceniza, recordarnos la fugacidad de nuestra realidad, la inestabilidad de nuestra seguridad, la pobreza de nuestros deseos materiales de bienestar y el verdadero destino que tenemos, que es descansar en el Padre una eternidad. Ese deseo nos pone el corazón de rodillas y nos impulsa a ir en contra de la constante búsqueda de placer por amor a Dios y también por nuestros hermanos.

Por terminar, este tiempo de Cuaresma lo dedicaremos enteramente por la salvación del mundo. Redoblaremos nuestros esfuerzos espirituales y físicos para que el mundo abandone el camino del ateísmo, del sentimentalismo, del relativismo y del placer sin medida y como fin último, así como todo lo que esté lejos de Dios o que nos aparte de Él. Pedimos una política justa, una sociedad de paz, unos poderes sin dictaduras. Entregaremos todas nuestras intenciones, y las que nos lleguen, para que sean escuchadas por Dios y las dejaremos en mano de nuestra Madre la Santísima Virgen María, quien conoce perfectamente lo que más necesitamos. Así, imitando un poco a los apóstoles dejaremos un poco de lado el correo y las redes para centrarnos más en el ayuno, la oración personal, el rosario que rezaremos todos los días que podamos, especialmente el de los miércoles. 

Estamos a vuestra disposición para ver cómo profundizar en la penitencia y hacerlo por amor, así como para resolver vuestras dudas y seguiremos recibiendo peticiones para que el Señor la vaya escuchando.

Un abrazo en Jesús y María,


sacerdotefjpm@ayunoporti.es